Mi primera entrada es un poema contra las corridas de toros. Espero que les guste.
Corría, jugueteaba por el tranquilo prado,
era fuerte, valiente como ninguno.
Una mirada intensa en su rostro,
una vida que pronto terminaría.
Pasaban los días, iba creciendo,
poco a poco se iba convirtiendo
en un animal majestuoso,
grande y poderoso.
De repente un día
se lo llevaron de ese prado maravilloso,
donde creció y se convirtió
en un animal de diversión.
Oscuridad, pequeño lugar,
donde esperaría hasta su final.
Una mirada cautelosa
miraba a su alrededor.
Ojos brillantes, corazón acelerado,
una luz se habría por detrás suyo,
varios hombres se dispusieron
a cogerle para llevarle a quien sabe donde.
Asustado y confuso
miraba de nuevo a su alrededor,
nuevamente en un lugar reducido
esperando una nueva señal para volver con la libertad.
Pasaron las horas,
vio de nuevo una luz, la puerta se abrió,
nadie a su alrededor,
pensaba que era libre, pero no.
Aplausos, paso dobles
y su vida por delante.
Miles de voces gritando "Oleé"
y miedo por su cuerpo.
Corre, da vueltas a esa circunferencia,
la gente aplaude y él sin saber porque.
Siente que algo le duele en su espalda,
algo frió que hace sabor a sangre.
Nuevos aplausos, nuevas melodías,
ya no soporta más el dolor
que corre por sus venas,
ahora pequeño se siente al ver que todo se desvanece.
El publico se levanta,
cae al suelo,
una mirada de inocencia
y otra vida rota.
Aplausos, pañuelos blancos,
humillación, muerte y dolor.
Su sufrimiento ahora ya ha pasado,
queda una nueva muerte inocente.